WhatsApp está en el 99 por ciento de los smartphones argentinos. Es la aplicación más usada, por delante de Facebook. Y Cambiemos lo sabe. Por eso, intenta encontrar la manera legal de convertir los chats en búnkers virtuales para la campaña 2019 y los contactos, en voluntarios. O mejor aún: en votantes.
La idea es casi una obsesión del equipo de comunicación a cargo de Marcos Peña. “WhatsApp es una herramienta fenomenal y podría pasar a ser un jugador relevante en la campaña”, cuenta un integrante de ese grupo, que coordina el ex director de Comunicación Digital del Gobierno, Guillermo Riera.
El PRO lleva años interesado en sacar provecho de la plataforma que compró Facebook en el 2014. El último acercamiento a la empresa fue a comienzos de este año, en las oficinas de la empresa en Washington, ni bien se enteró del lanzamiento de WhatsApp Business y WhatsApp Enterprise, dos interfaces destinadas a manejar grandes volúmenes de datos, creadas especialmente para las empresas.
Un grupo de expertos del partido de Gobierno se encargó de dejarle en claro a la firma estadounidense su interés por usar las nuevas herramientas de WhatsApp Business en el terreno político. Y se fue de la reunión con una promesa: serán los primeros en enterarse cuando esa opción esté habilitada.
Por ahora esperan. Pero no pierden el tiempo: en las últimas semanas lanzaron una serie de pruebas para crear grupos de WhatsApp en todos el país; estrenaron un canal oficial para “chatear con Cambiemos” y analizan crear perfiles personales para los candidatos en el 2019. Mauricio Macri y María Eugenia Vidal son dos de los que podrían tener sus propios perfiles. La idea es hacer sentir que cada persona forma parte de la campaña. Y que los candidatos están más cerca.
Artesanos. En el 2015, Cambiemos tenía un listado de 20 mil voluntarios a los que mandar a diario sus whatsapps. Esos 20 mil números de teléfono estaban repartidos en unos 80 grupos. Pero la plataforma no daba abasto y se les bloqueaban las líneas.
Entonces probaron con la contratación de servicios de envíos externos que les prometían alcanzar ese volumen de información sin que WhastApp los inhabilitara. También fracasaron. “Cada vez que los probábamos se arruinaban. Había proveedores que tenían chiperas, que son muchos chips para ir cambiando cuando WhastApp te va bloqueando, pero tampoco funcionaron”, revela uno de los estrategas oficiales.
Ese sistema manual y complejo no cambió tanto como Cambiemos querría. De hecho, al último canal de contacto que abrió (un número para chatear con la alianza de gobierno) lo manejan, por turnos, tres personas desde una computadora. “Hola! Somos el equipo Cambiemos. Sigamos en contacto. Un abrazo!”, dice la respuesta automática que uno de esos tres empleados copia y pega cada vez que alguien escribe con intenciones de chatear.
El canal es una prueba. El equipo digital todavía no resolvió si van a conversar con sus contactos o sólo les enviarán información, de forma unilateral. Por ahora están en silencio, mientras intentan atajar el caudal de información que reciben a diario. Y por supuesto, lo agendan en su base de datos.
El problema de cómo manejar el tráfico de WhatsApp es internacional. Los “digital boys” lo saben porque en sus últimas campañas se reunieron con asesores de Barack Obama, que también trabajan en India, donde WhatsApp “es un furor total”.En todos los escenarios la situación se repite: una plataforma con tanto potencial para el campo electoral no termina de ofrecer las herramientas necesarias para explotarla al máximo.
Quienes viven en el mundo de la comunicación política creen que los cambios podrían llegar pronto. Una de las trabas, analizan, es el escándalo que atravesó Facebook a principios del 2018 con el supuesto robo de millones de perfiles por parte de la consultora Cambridge Analytica, para ser usados con fines electorales.
WhatsApp, que tiene más de mil millones de usuarios en 180 países, ya anunció que comenzará a cobrar a las empresas para “enviar ciertos mensajes”. Los envíos costarán entre US$ 0,5 y US$ 0,9. También, sumarán publicidad en la sección “Estados”, donde las publicaciones se renuevan cada 24 horas.
“Si WhastApp decide abrir estas herramientas a la política, va a haber una variación fuerte”, aseguran desde el equipo de Peña. “Es una plataforma genial para llegar de forma directa a la gente y para que quienes trabajan con nosotros multipliquen el mensaje”.
Estrategas. En los equipos de campaña nacional y bonaerense estudian la posibilidad de que Macri y Vidal tengan sus propios contactos de WhatsApp si son candidatos en el 2019. “Nos queremos enfocar en los videos, aprovechando que hay mejor conectividad y que los celulares tienen buena calidad, y contar pequeñas historias”,explica un dirigente PRO que participa del armado.
Al favorable escenario tecnológico que describen, le sumarán los datos del relevamiento de líneas prepagas activas en el país que realizó el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) en octubre pasado. Con esa información, aseguran que podrán conocer con certeza “el campo real” con el que cuentan.
Les resta definir el tipo de interacción que tendrían esos perfiles: informativo o de conversación. “Si el canal está identificado con una persona necesitás que te conteste cuando le escribís, y si no manejás bien el ida y vuelta puede resultar un boomerang y ser frustrante para el que escribe”, reconocen desde el equipo de redes.
La versión informativa es la más sencilla dentro del actual esquema “artesanal” de WhatsApp. Para mantener conversaciones existen herramientas que permiten acceder a un mismo perfil desde varias computadoras, lo que podría facilitar la tarea de los empleados detrás de las caritas de perfil de los candidatos.
En todos los casos, el temor es la invasión a la privacidad. “Es uno de los mayores riesgos”, advierte la experta en redes Adriana Amado. A su entender, la “estrategia WhatsApp” responde a un intento por revertir “el nivel bajísimo de credibilidad” que ostentan los políticos, que se traduce en que “el potencial de efecto de un mensaje publicitario en las redes sea de 2 personas cada 10 mil”.
Virales. La “mesa chica” de comunicación de Cambiemos no se hace cargo de las decenas de grupos de WhatsApp que se crearon en las últimas semanas. Dice que existen desde el 2015. Aunque reconocen que aprovechan esas redes no oficiales para viralizar su mensaje.
“No importa tanto la cantidad de contactos como la cantidad de grupos expansores”, explica el consultor Mario Riorda. En segundo lugar, enumera el experto en comunicación política, “importa que el propulsor sea un intermediario de confianza”.
Los competidores de Cambiemos también se preparan. Sergio Massa cuenta con el asesoramiento de un experto: el catalán Antoni Gutiérrez Rubí, autor del libro “La política en tiempos de WhatsApp”, que ya mandó al tigrense a recolectar contactos en las charlas que dará por el país. En Unidad Ciudadana analizan crear grupos abiertos “para la gente suelta”. El desafío de todos es saltar el cerco de los convencidos.