NAGORNO-KARABAJ: MIENTRAS MILES HUÍAN A ARMENIA, AUMENTÓ EL NÚMERO DE MUERTOS POR EXPLOSIÓN

Familias armenias hambrientas y exhaustas bloquearon las carreteras el martes para huir de sus hogares en el derrotado enclave separatista de Nagorno-Karabaj, una salida arruinada por una explosión en un depósito de combustible que mató a decenas e hirió a más de 100.

 La crisis llevó a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a anunciar que Washington proporcionaría 11,5 millones de dólares en asistencia humanitaria.
   «Instamos a que continúe el acceso humanitario a Nagorno- Karabaj para todos los necesitados», afirmó la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Adrienne Watson.
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Trasfondo bélico
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Azerbaiyán lanzó una operación relámpago para apoderarse de Karabaj la semana pasada.
   Un alto funcionario azerí afirmó en conversaciones en Bruselas que su país no tenía intención de tomar más medidas para crear un corredor terrestre a través de la propia Armenia.
   Los armenios de Karabaj -parte de Azerbaiyán que había estado fuera del control de Bakú desde la disolución de la Unión Soviética en 1991- comenzaron a huir esta semana después de que sus fuerzas fueran derrotadas en la operación del ejército de Azerbaiyán.
   El gobierno armenio dijo que más de 28.000 de los 120.000 residentes étnicos armenios de Karabaj ya habían cruzado a su país.
   Cientos de coches y autobuses repletos de pertenencias serpenteaban por la carretera montañosa que salía de Azerbaiyán.
  Algunos huyeron hacinados en la parte trasera de camiones descapotables y otros en tractores.
   Narine Shakaryan, abuela de cuatro hijos, llegó en el coche de su yerno con seis personas dentro. El viaje de 77 kilómetros (48 millas) tomó 24 horas, reveló. No habían comido nada.
   «Durante todo el camino los niños lloraron, tuvieron hambre», aseguró a la agencia de noticias Reuters en en la frontera, cargando a su nieta de tres años, quien, según dijo, se había enfermado durante el viaje.
   «Nos fuimos para seguir vivos, no para vivir», aclaró.
   Las gasolineras estaban abarrotadas a la salida de la capital de Karabaj, conocida como Stepanakert por Armenia y Khankendi por Azerbaiyán.
   El Defensor del Pueblo de Karabaj informó que el número de muertos en la explosión y el incendio en un depósito de combustible del lunes había aumentado a 68, con otras 105 personas desaparecidas y casi 300 heridas. Un total de 68 fue trasladado a instituciones médicas en Armenia.
   Las autoridades no ofecieron ninguna explicación sobre la explosión.
   La jefa de USAID, Samantha Power , en Ereván, la capital de Armenia, pidió a Azerbaiyán «que mantenga el alto el fuego y tome medidas  concretas para proteger los derechos de los civiles en Nagorno-Karabaj».
   Anteriormente, Power había entregado al primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, una carta de apoyo del presidente estadounidense, Joe Biden.
   Añadió que el uso de la fuerza por parte de Azerbaiyán era inaceptable y que Washington estaba buscando una respuesta apropiada.
   Power instó al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, a cumplir su promesa de proteger los derechos de los armenios étnicos, reabrir  completamente el corredor de Lachin que conecta la región con Armenia y permitir la entrada de ayuda y una misión de monitoreo internacional.
   Aliyev se comprometió a garantizar la seguridad de los armenios de Karabaj, pero aclaró que su mano de hierro había relegado a la historia la idea de la independencia de la región.
   «Es absolutamente fundamental que los observadores independientes, así como las organizaciones humanitarias, tengan acceso a la gente de Nagorno-Karabaj que todavía tiene necesidades extremas», expresó Power más tarde durante una visita a la aldea de Kornidzor, en la frontera con Azerbaiyán.
   Añadió que había escuchado «informes muy preocupantes de violencia contra civiles.
   Los armenios étnicos que lograron llegar a Armenia ofrecieron relatos desgarradores de cómo huyeron de la muerte, la guerra y el hambre.
   Algunos contaron que vieron muchos civiles muertos y uno aseguró que vio camiones llenos. Algunos, con niños pequeños, rompieron a llorar al describir una trágica odisea de huir de la guerra, durmiendo en el suelo y con el hambre revolviendo en sus estómagos .
   «Tomamos lo que pudimos y nos fuimos. No sabemos adónde vamos.
  No tenemos adónde ir», declaró el domingo a Reuters Petya Grigoryan, un conductor de 69 años, en la ciudad fronteriza de Goris.
   Reuters no pudo verificar de forma independiente los relatos de la operación militar dentro de Karabaj y Azerbaiyán comentó que atacó sólo a los combatientes de Karabaj.
   La victoria de Azerbaiyán cambia el equilibrio de poder en la región del Cáucaso Meridional, un mosaico de etnias entrecruzadas por  oleoductos y gasoductos donde Rusia, Estados Unidos, Turquía e Irán se disputan la influencia.
   Desde la desintegración de la Unión Soviética, Armenia había dependido de una asociación de seguridad con Rusia, mientras que Azerbaiyán se acercó a Turquía, con quien comparte vínculos lingüísticos y culturales.
   Armenia buscó últimamente vínculos más estrechos con Occidente y culpa a Rusia, que tenía fuerzas de paz en Karabaj pero ahora está  preocupada por la guerra en Ucrania, por no proteger Karabaj.
   Moscú niega la culpa y le advirtió a Pashinyan que está cometiendo un gran error al coquetear con los Estados Unidos.

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