El Parlamento de Cataluña declaró este viernes la independencia y el Senado en Madrid replicó autorizando que se intervenga en profundidad el autogobierno de la región, un choque sin precedentes en la historia democrática de España.
El presidente del gobierno, el conservador Mariano Rajoy, que había pedido al Senado poderes extraordinarios para enfrentarse al desafío independentista, aseguró que su gobierno «restaurará la legalidad». A las 18H00 de la tarde (16H00 GMT) está previsto un consejo de ministros extraordinario.
En Barcelona, mientras tanto, decenas de miles de personas concentradas ante el Parlamento catalán recibieron con un estallido de júbilo la votación de la resolución, por 70 votos a favor, 10 en contra y dos votos en blanco.
«Nos ha costado tanto llegar a este momento», dijo Judith Rodríguez, una trabajadora social de 38 años con lágrimas en los ojos. «Estoy muy emocionada, muy contenta, de por fin ir hacia adelante y construir una república, un país nuevo, a partir de cero».
«Constituimos la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social», explica la resolución aprobada por una heteróclita coalición de nacionalistas.
La mitad aproximadamente de los diputados catalanes abandonaron el hemiciclo, y algunos dejaron en sus escaños banderas catalanas y españolas, un símbolo elocuente de la división que genera el acontecimiento en esta región, uno de los motores económicos de España.
Poco después, en el Senado, la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que permite intervenir la autonomía de una región, fue aprobada por 214 votos a favor, 47 en contra y 1 abstención.
La aplicación del artículo 155 es no obstante un desafío, porque implica gestionar a más de 200.000 funcionarios catalanes.
Asociaciones independentistas ya han anunciado un boicoteo a ese control por parte de Madrid, y la extrema izquierda está dispuesta a movilizarse.