Viajar por el mundo y conocer diferentes destinos cuando se cuenta con escasos días de vacaciones es un dilema para el viajero. Y el turismo en crucero en altamar se instala como una alternativa más que ventajosa.
La elección del destino o estilo de vacaciones que uno desea es uno de los dilemas más difíciles de resolver para los viajeros. Sin embargo, ¿cuál es la mejor opción para pasar los días libres si se tienen pocos? Por un lado, los aviones son medios ideales para acortar distancias y, por otro, la industria de los cruceros ofrece múltiples beneficios para los que deseen viajar sin preocupaciones y con todo organizado.
Año a año, la industria de los cruceros crece de manera exponencial. De hecho, un relevamiento realizado por la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros a fines del 2017 reveló que la industria de los cruceros se eleva un 8,5% anualmente, tendencia que se mantuvo en los últimos 20 años sin importar las diferentes crisis económicas en el mundo.
Entretenimiento, gastronomía, confort y cientos de atracciones son algunas de las razones que motivan al público a pasar sus vacaciones en altamar antes que cruzar el mundo en unas horas a bordo de un avión. En este contexto, algunos motivos para animarse a viajar en crucero:
Velocidad vs. confort: en este punto no hay discusión respecto a la velocidad de los aviones para llegar de un punto a otro. Pero tampoco hay lugar para el debate sobre la incomodidad que caracteriza los viajes aéreos, donde los pasajes business o de primera clase, que ofrecen algunas atenciones y un poco más de espacio para estirar las piernas, pueden valer el doble que un pasaje común.
Entretenimiento: los aviones más modernos pueden tener pequeñas pantallas donde ver algunas series y películas para matar el tiempo, pero los cruceros se dedican exclusivamente a la diversión y a la comodidad, pensados para que no haya ni un minuto de aburrimiento aunque haya largas semanas de viaje. Cines 4D, obras de teatro, clubes nocturnos y decenas de bares, restaurantes y otros espectáculos para todas las edades pueden disfrutarse a bordo desde el comienzo al final de cada viaje.
Comida: «¿Pollo o pasta?» La comida de avión suele ser sinónimo de mala calidad y falta de opciones, salvo en algunas líneas aéreas que intentan revertir la situación. Por su parte, los cruceros hacen gala de menúes de lujo que se adaptan a todos los paladares, además de menúes especiales aptos para celíacos, vegetarianos y veganos, y cientos de opciones desde comida rápida a cartas gourmet.
Puntos intermedios: volar sin escalas es un lujo, especialmente a la hora de recorrer largas distancias. Pero el viajar por agua también permite disfrutar de otros lugares y paisajes por los que el avión ni siquiera se asoma.
Otros paisajes: los barcos cubren rutas que los aviones no hacen. Navegar por el Caribe: descubrir los fiordos nórdicos o llegar a las costas de Brasil desde una perspectiva única. Y es que los mares están repletos de aventuras que no se ven desde el aire ni los aeropuertos internacionales. Además, en el relevamiento también se destaca la creciente demanda (un 7% con respecto al año anterior) de cruceros para el viaje a través de ríos.
Descanso: una de las grandes batallas ganadas por los cruceros es el descanso instantáneo no bien se pone un pie en el barco, en comparación con los aviones y sus vuelos de larga duración, que traen aparejados jet lag, la incomodidad en los asientos y los baños, entre otros.
Contemplación: un atardecer en el medio del océano es un cuadro que quedará grabado en la memoria de cualquiera que elija esta experiencia. Además de diversión, atracciones y relajación, en los cruceros también sobran gigantescos espacios de esparcimiento como spas y decks al aire libre pensados para vivir momentos de tranquilidad, tanto para quienes viajen solos como acompañados.
Vacaciones instantáneas: largas colas de check-in y migraciones, despacho de equipajes y escalas con poco margen de error en horarios, largos vuelos incómodos y después volver a repetir todo en el lugar de destino al tocar tierra. En un crucero el «modo vacaciones» se activa de manera instantánea, apenas se pone un pie en cubierta, con actividades y propuestas para todas las edades desde el minuto cero.