Las víctimas de los curas pederastas en Irlanda le exigen al Papa que actúe.

En su delicada visita pastoral a Irlanda, el Papa Francisco va a tener que demostrar a los irlandeses que se ha puesto del lado de las víctimas de sus propios pastores. En abierto repudio a la jerarquía eclesiástica católica, que protegió durante tantos años a sacerdotes y monjas depredadores, que abusaron sexualmente de niños, adolescentes, mujeres embarazadas y vulnerables en la Isla Esmeralda más devota de Europa.

Los católicos irlandeses se han alejado de la iglesia, después de que el país fuera conmovido por una serie de escándalos sexuales contra menores, madres solteras encerradas, abusadas y explotadas en el Margaret Laundries, y Baby Home. Ya no va el 92 por ciento de la población a misa, como en 1979, la última visita del Papa Juan Pablo II.

En una exposición en el Encuentro Mundial de las Familias, la razón por la que el Santo Padre va a Irlanda por 36 horas desde este sábado, Marie Collins, víctima y sobreviviente de los abusos sexuales de la iglesia, irlandesa, presidenta de la fundación que lleva su nombre, le marcó las condiciones al Papa Francisco antes de su aterrizaje.

La Iglesia Católica “debe estar asustada de actuar en los abusos clericales por el miedo a saber cuán profundo o cuán amplio va a ser el escándalo. Pero cada manzana podrida debe ser eliminada y eso debe suceder ahora”, intimó Marie Collins en el Encuentro Mundial de Familias en Dublin, que se cerrará el domingo con la presencia del Papa.

La sobreviviente y ex miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores dijo que “cada informe muestra que la Iglesia ha actuado para protegerse a si misma”. Collins, una autoridad en Irlanda, denunció ante los asistentes que “al más alto nivel del Vaticano hay gente que resiste los cambios. Pero el Papa debe actuar ahora y remover a esa gente inmediatamente”. Ella acusó directamente al cardenal O´Malley de Boston, que ha sostenido que esa política es para asistir a los sobrevivientes.

Collins insistió en que “muchos creen que es una campaña de los medios y que los sobrevivientes como yo somos enemigos de la iglesia. Es más cómodo creer eso”, insistió. Ella no sabe qué se puede hacer para convencer a los indiferentes. ”La gente prefiere creer que hay multitudes de alegaciones falsas”, admitió.

El Encuentro Mundial de Familias en Dublin, inaugurado por el Papa Juan Pablo II en 1979 en Irlanda, es un foro que está sirviendo para convocar a todos a apoyar a los sobrevivientes de los abusos sexuales clericales de la manera más fuerte posible. Pero, al mismo tiempo, exigir cambios fundamentales en la manera en que la Iglesia Católica lidia con la protección de chicos y adultos vulnerables.

 

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